miércoles, 7 de septiembre de 2016

Clara Estrella


Salgo y veo en unas casas más allá un montón de autos, gente con ojos cansados, preocupados y tristes a la vez, , se me oprime el corazón al escuchar el por qué.

El lugar donde nací, es de pequeñas casas con grandes familias dentro, como es de esperar, el tiempo hace que vayan perdiendo a uno de sus progenitores, quedando sólo la madre o el padre (ya abuelxs, bisabuelxs, hasta tatarabuelxs). Otoño, invierno, primavera, verano, nuevos años visten las casas, las calles de la población, el aire va cambiando, está en renovación.

Es inevitable que la gente se vaya, pero eso no cambia que no duela, porque me duele, aunque no sean cercanas a mi, me duele. La nostalgia llega poco a poco, extraño caminar por las calles de aquellos años, quisiera hacerlo una y otra vez, ir a comprar a los almacenes, saludar a la gente que pasa a mi lado. Y lo hago, día tras día lo repito, aunque lo haga unas mil veces más, nunca volverá a ser lo mismo, no será lo mismo que años atrás, ya que, aunque uno no lo quiera, 
la gente se va.

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